En un reino brillante y exuberante, donde los jardines danzaban al compás del viento y los ríos susurraban secretos de antaño, se encontraba el príncipe Edric. Su corazón rebosante de nobleza y sueños lo llevaba a disfrutar de una vida repleta de lujos y festines. Sin embargo, todo cambió cuando una celosa bruja, con ojos de tormenta y un corazón envenenado, lo maldijo, transformándolo en una rana. Así, su vida se tornó en una prisión verde, atrapado en un estanque rodeado de juncos y leyendas.
En medio de su soledad, contaba con la compañía de Lucas, un pequeño sapo que, con su voz chirriante, intentaba abrigar los días grises de su amigo. Las horas pasaban lentamente, y las esperanzas parecían desvanecerse como el rocío al amanecer. Pero un día, el destino decidió sonreírle. Una hermosa princesa llamada Isolde, con un halo de tristeza que la seguía a todas partes debido a la pérdida de su amado, se encontró junto al estanque. Sin saber que Edric era un príncipe bajo una maldición, se sintió atraída por las historias de esperanza que él compartía.
A medida que los encuentros se repetían, ella comenzó a vislumbrar no solo al sapo, sino también a un alma noble que anhelaba lo mismo que ella: amor y libertad. Sin embargo, el sendero hacia el corazón de la princesa estaba sembrado de dudas y advertencias. Así, la conexión entre Edric e Isolde se transformará en un delicado hilo que podría romperse con cualquier susurro de desconfianza. Y en ese juego de emociones, el verdadero desafío apenas comenzaba, ya que no solo el destello de un beso, sino el valor de seguir al corazón, podría ser la clave para deshacer los encantamientos que ataban al príncipe a su triste destino.